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  • Jorge Rodriguez

¿Se debe mantener los programas de RSE durante una recesión económica?

En tiempos de recesión, los programas de RSE suelen encabezar la lista de recortes presupuestarios. Incluso se llega a cuestionar su validez.


Sin embargo, hay valor en los programas de RSE.

La clave está en el fortalecimiento de las relaciones con los stakeholders y transmitir confianza a través de gobernanza y transparencia a los inversionistas.


¿Qué está ocurriendo en la economía mundial y local en el 2022-2023?


Ciertas señales a nivel global encienden las alarmas de una potencial recesión: la subida en las tasas de interés del Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos; el incremento en la inflación; y la ralentización de la economía reflejada en los ajustes de los pronósticos del crecimiento de las economías.


La economía ecuatoriana cayó en 7.8 % en el 2020, creció en 4.2% el 2021 y el pronóstico para el 2022 y 2023 es de 2.4 y 1.9% respectivamente. Para América Latina, la expectativa de crecimiento económico es de 2% y 1.5%.


La inflación del Ecuador es entre las más bajas de la región (3.9%), mientras el promedio en América Latina es 14%. En cuanto a empleo, el desempleo en Ecuador es 4.1% y de 7.9% en América Latina.


En Ecuador, la amenaza de nuevas huelgas y cierre de carreteras por parte de las comunidades indígenas, el riesgo de disolución de la Asamblea Nacional por parte del Ejecutivo, la paralizadora oposición en la Asamblea para la aprobación de leyes en materia de inversión y recuperación económica, y la violencia relaciona al tráfico de droga amenazan las actividades comerciales en el país.


Así, un escenario probable para el siguiente año es uno de mayor costo del capital, un precio más alto de los alimentos, contracción general de la demanda y mayores disturbios a nivel de sociedad en el país. Todo esto puede reducir la confianza de los consumidores, inversionistas y emprendedores.


¿Qué acciones de RSE se pueden tomar en este escenario?


La RSE es considerada por algunos como una actividad superflua, decorativa o simbólica de una empresa; actividades buenas de tener, pero que no añaden directamente valor para el consumidor o la competividad de la empresa.


No obstante, un estudio realizado por Carolina Flammer y Ioannis Ioannou de Columbia University y London School of Business respectivamente, encontró que durante la crisis financiera del 2012, las empresas con mejor recuperación fueron aquellas que redujeron sus costos operacionales vía reducción de empleados y gastos de capital pero mantuvieron sus inversiones en innovación y responsabilidad social empresarial. Adicionalmente, estas empresas operan en industrias de alta intensidad de I+D y en negocios business-to-consumer (B2C).


Así, algunas implicaciones que este estudio tiene para la coyuntura actual son las siguientes:


  • Las acciones de RSE fortalecen la “Licencia para operar”. Conservar o fortalecer la confianza con los stakeholders. Especialmente en industrias de alta dependencia a recursos naturales bajo el control de la comunidad local y gobiernos locales. La confianza con los colaboradores también se vuelve esencial en tiempos de transformación digital donde se necesita mayor compromiso, capacitación y adaptación por parte de los colaboradores.

  • Gobernanza de la organización para fortalecer la reputación con los inversionistas y poder acceder o mantener líneas de crédito en un escenario de menor oferta de crédito.

  • Fortalecer las relaciones con los trabajadores y los proveedores para obtener una mayor eficiencia operacional y reducción de capital de trabajo

  • Finalmente las acciones de RSE facilitan el trabajo de debida diligencia en la evaluación de proveedores de clientes en nuevos mercados o segmentos.


La RSE contribuye a la competitividad de una empresa y es una herramienta útil en tiempos de recesión económica.



 

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